Lo primero es pedir perdón.
En realidad, nombre, no sé si has notado mi silencio, mi ausencia. Supongo que para que esto pasara tendrías que haber pensado en “Nunca es suficiente”, y aunque así se podría llamar la nueva peli de James Bond (ojalá protagonizada por Ana de Armas), ni yo mismo lo he hecho en los últimos meses. Pero mira, aquí estoy, espoleado por Clara de “Las Majas”, aka la mejor newsletter de España porque ¡las están invitando a eventos por sus emails! Oiga, yo también quiero comer y beber de gratis, así que volvemos con más fuerza que nunca y cargados de cosas.
Habrás hecho muchas cosas desde que te escribí desde Roma hablándote de Álvaro Soler. A él fijo que le ha dado tiempo a sacar algún temazo nuevo que lo esté petando en Italia, pero yo también he viajado y conocido nuevas historias de las que quiero hablarte, ¡de cementerios!:
Estuve de vacaciones en el norte. Más concretamente en Santiago de Compostela y Luarca. En el primer sitio comí mucho, pero muchísimo, y fui a Coruña donde me encontré con una historia super molona. Paseaba yo en busca de una farmacia para hacerme una PCR cuando me encontré con una bandera inglesa. ¿Qué hacía eso ahí, en mitad de un cementerio? Resulta que el Cementerio de San Amaro, considerado uno de los más antiguos del mundo, tiene una parte que fue comprada por el consulado británico. ¡Y se considera suelo inglés! Como se enteren los de Gibraltar Español verás que gracia. Allí descansa el cónsul que decidió comprar el terrenito y varios ingleses que han muerto en la ciudad >>
La cosa es que investigando esto encontré que, también en Galicia, hay un “cementerio de los ingleses”. En Camariñas, un acorazado británico, el Serpent, se debió dar una leche de campeonato y solo sobrevivieron 3 de los 175 hijos de la Reina Isabel. El cura de la zona, muy majo él, movilizó al pueblo y les dieron sepultura. El Almirantazgo inglés obsequió al cura con una escopeta (?), al alcalde con un reloj de oro y al pueblo con un barómetro que aún se puede ver en Camariñas. Y siempre que un barco inglés pasaba por ahí, disparaban unas salvas y lanzaban coronas de flores al mar. Incluso en la pérfida Albión queda gente maja >>
(Ya se podían haber esmerado un poco con el regalo al pueblo, digo yo)
Después, como te he dicho, me fui a Luarca. Un pueblito de pescadores de donde son varios amigos. Pues mira, allí también comí mucho, fui a hacer el descenso del Sella (que ojito con la broma, te deja el cuerpo tieso) y ya que hablamos de cementerios, pues te cuento que Luarca tiene uno muy chulo. ¿Sabes quienes están enterrados ahí bajo ramos de rosas republicanas? Severo Ochoa y su mujer, Carmen. Sí, el Nobel de Fisiología y Medicina. Uno de nuestros 8 premios Nobel (no sabes todos ni loco, yo tampoco). Mira, aquí tienes a Severo y Carmen posando majísimos y muy casual al lado de la playa:
Ya para despedirme, que se está haciendo largo el regreso, me gustaría recomendarte el libro “El olvido que seremos” de Falcione. Un libro que es casi una biografía de un hijo a un padre asesinado, una de las historias más bonitas y duras que he leído nunca. Ahora que lo pienso, cementerios y muertes, no te preocupes por mí, de verdad que estoy bien.
Y nada eso, que a ver si nos vemos pronto (de verdad) y me empiezan a invitar a eventos. Aunque claro, con esta temática, no sé yo si serán muy animados (guiño, guiño).
Un fuerte abrazo!